Se toma al gato
por el cuello, se le atan las patas traseras y delanteras; se le abre la boca
con las dos manos y se le hace tragar un “valium” de alta potencia mezclado con
leche tibia. Unos minutos después se le coloca el cascabel en el cuello colgado
de una cinta roja. Esta es una manera sencilla de ponerle el cascabel al gato.
Pero… ¿Sabe una cosa? Los ratones no pueden hacer esto.
Este ejemplo nos
sirve para una reflexión: Existen ciertos “como hacer” pero no son para cualquiera.
Le podemos enseñar a una señora de 29 años como asar un lechón, pero esto mismo
no funciona para un niño de 2 años. Se le puede decir a un agricultor como
realizar la siembra directa, pero no será tan sencillo para una secretaria del
médico.
Así, no todos los “como”
son para todas las personas. Unos pueden y otros no podrán. Cada uno de
nosotros ha de enfrentar el camino que le toca recorrer. Y esto lo hará con sus
recursos. La liebre come pasto y escapa del hombre por medio de sus patas, la
perdiz come semillitas y escapa volando. El hombre gana su pan trabajando y
escapa del diablo por medio de la fe en Dios.
Al fin, poner el
cascabel al gato, no es el todo en la vida y en caso de serlo, entonces se nos
dará un gato acorde a nuestra medida, un gato posible para cada cual. Y esto
nos lleva a la siguiente conclusión: Solo le puedes poner el cascabel a tu
gato, por lo tanto, tienes que hallar el gato tuyo. Eso significa anda por la
huella que Dios te ha puesto delante y haz lo que te corresponde de acuerdo a
tus posibilidades. Porque ni Dios da posibilidad para que andes el camino
ajeno. Halla tu propio gato y a ese le podrás poner el cascabel.
T.L.
