4/5/10

UTILIZANDO CICLONES

Continuamos meditando en el sufrimiento inmerecido. La guerra ha dejado una cosecha de corazones, esperanzas, hogares devastados. “¿Por qué no detuvo Dios la guerra?”, es la pregunta angustiosa. Pero ¿cómo podría haberlo hecho sin quitarnos la voluntad, sin despersonalizarnos, sin transformarnos en cosas?. La guerra es hechura nuestra. Nosotros creamos las circunstancias que produjeron a Mussolini, Hitler, Tojo. Los muchachos no murieron en los campos de batalla por nosotros, murieron por culpa de nuestros pecados. El único bien que resultará de esta guerra es el que podamos rescatar creando un mundo nuevo para todos.
“¿Bien, y qué hace Dios?”. Lo que siempre ha hecho. Está ayudándonos a sacar algún bien del mal, a hacer un mundo nuevo de uno viejo. Es lo que hizo en la Cruz. Jesús tomó lo peor que pudo haberle acontecido, esto es, su muerte e hizo de ella la mejor cosa que podía acontecer al mundo, es decir, su redención. Eso es lo que obra Dios ahora. Nos está ayudando a hacer que lo peor sirva a lo mejor. “El (Satán) no tiene potestad sobre mí; su venida sólo servirá” (Juan 14:30-31). Aún a Satán hizo servir. Cuando Satán no tiene posesión en ti, en tu autocompasión, egoísmo o amargura, entonces su venida sólo podrá servir, hacerte mejor y más útil. Hasta los mismos esfuerzos de Satán contribuirán a los propósitos cristianos. Hay una “teleología del sufrimiento”; el sufrimiento puede ser utilizado para fines constructivos. Hace diez años el fuego dañó de tal manera las piernas de Paul Ware que los médicos decían que nunca volvería a caminar. El determinó que lo haría. Ejercitó sus piernas por la noche cuando nadie lo observaba. Aprendió de nuevo a caminar. Y no sólo a caminar sino también a correr. Ganó un campeonato nacional en la distancia de 400 metros. Hizo de sus impedimentos instrumentos.
Pregunté a un piloto cuál era la mayor dificultad en el vuelo sobre el Caribe. ¿Los ciclones? “No”, me respondió, “podemos utilizar los ciclones; se mueven lentamente en el centro. Así que nos aproximamos a los bordes y tenemos un viento de cola de cien kilómetros por hora, y a la vuelta volvemos por el otro borde. Los utilizamos de ida y vuelta”. ¡Utilizando los ciclones! ¡De ida y vuelta!

Tomado de: El Camino E. Jones

Un Libro devocional con temas de profundo fundamento Bíblico

No hay comentarios:

Publicar un comentario